martes, 15 de julio de 2025

¿Qué cola debería traer el caso Kerly Guerrero, si se aplicaran los reglamentos de manera correcta?

Por Nelson Peñaherrera Castillo

 


La pregunta no es una ocurrencia sarcástica ni una intriga de pasillo. Es una inquietud válida que todo servidor público y ciudadano responsable debería hacerse frente a una contratación que, aunque pueda parecer menor por el monto involucrado, expone con claridad las zonas grises de la administración estatal en Piura: esas donde la ley dice una cosa, pero la práctica tolera otra.

 

La exintegrante de un grupo de cumbia, Kerly Alexandra Guerrero Chávez, fue contratada mediante dos órdenes de servicio por un total de 15 mil soles durante los cinco primeros meses de 2025, según informó el diario Correo. La contratación se realizó para labores de "asistencia técnica administrativa" en la Oficina de Imagen Institucional del Gobierno Regional de Piura (GORE Piura).

 

Sin embargo, la joven no registra estudios superiores ante la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (Sunedu), y su perfil se popularizó más por su paso por la farándula que por alguna experiencia en comunicación institucional.

 

A primera vista, no hay ilegalidad evidente. No se ha nombrado a Guerrero como jefa de Imagen Institucional, y por tanto, no aplica directamente la Ley N.º 24898, que exige que los responsables de oficinas de prensa en entidades estatales sean periodistas colegiados y habilitados. Pero eso no significa que estemos ante un caso limpio o irrelevante. La clave está en los detalles.

 

La forma importa

En el Estado, no solo importa qué se hace, sino cómo se hace. Las órdenes de servicio son una modalidad legal de contratación, pensadas para servicios específicos y temporales. Pero en muchos gobiernos regionales y locales, esta figura se usa para incorporar personal de confianza o influencers sin pasar por concursos ni validar perfiles profesionales.

 

Y cuando eso ocurre, el principio de idoneidad que rige la contratación en el Estado se ve vulnerado.

 

En este caso, el concepto de "asistencia técnica administrativa" es tan genérico que permite contratar a casi cualquiera. Pero si la contratada cumple funciones propias de un comunicador institucional, entonces la situación cambia: se está desnaturalizando la figura contractual, lo que puede constituir una irregularidad administrativa sancionable.

 

Quién responde

La responsabilidad no recae sobre la influencer contratada, sino sobre quienes avalaron su incorporación al aparato público. En primer lugar, la Jefatura de la Oficina de Imagen Institucional, que solicitó el servicio. Luego, la Gerencia General Regional, que supervisa los órganos de línea. También la Oficina de Administración o Logística, que tramitó la orden. Y por supuesto, el gobernador regional, como máxima autoridad política.

 

Si se demuestra que el servicio fue innecesario, o que fue prestado por una persona sin el perfil adecuado, la Contraloría podría iniciar acciones por responsabilidad administrativa o civil. Si, además, se probara que hubo direccionamiento, se abriría paso a una investigación penal.

 

El otro caso: parentesco y silencio

En paralelo, el medio reportó que Anny León Ubillús, presunta cuñada del gobernador regional, recibió dos órdenes de servicio en 2023 por parte de la Dirección Regional de Salud (Diresa Piura). El monto total fue de 7 mil soles. Aunque en este caso no hay evidencias de ilegalidad, sí hay una apariencia de conflicto de interés. Y eso, según la Política Nacional de Integridad y Lucha contra la Corrupción, también debe ser evitado.

 

No es persecución, es control

Cuando la prensa informa estos casos, no lo hace por capricho ni para generar escándalo. Lo hace porque hay una responsabilidad de informar y un derecho de la ciudadanía a saber. Si el manejo de recursos públicos no resiste el escrutinio, entonces es el manejo lo que debe corregirse, no el escrutinio el que debe callarse.

 

Lo que está en juego no es un contrato de S/ 3000 mensuales, sino la calidad de la comunicación oficial, la transparencia institucional y el principio de que el Estado debe estar al servicio de todos, no de unos cuantos.

 

Porque sí, todo se termina sabiendo. Y no es culpa de la prensa.

  

No hay comentarios.:

Publicar un comentario