lunes, 28 de diciembre de 2015

Y queda a punto

Nelson Peñaherrera Castillo

El punto (.) en todas sus variantes es otro signo de puntuación que obviamos usar o usamos inadecuadamente reemplazándolo por la coma. La verdad es que estos dos signos son importantes cuando redactamos y leemos; pero, ¿en qué momentos específicos el punto aparece?

Para entender la razón de ser del punto primero tenemos que entender la naturaleza de la oración gramatical: se trata de un enunciado que expresa una idea independiente y con sentido. El sentido se lo da cómo redactamos; la independencia se la da el punto.

De aquí se desprende el primer consejo: cierra tus oraciones con un punto.

(Si revisas este texto, te darás cuenta que independizo ideas empleando un punto).

Tradicionalmente conocemos dos tipos de punto. El punto seguido (como el que acabo de emlear) me permite independizar cada oración sin considerar lo que significa unitariamente. Cuando asociamos varias oraciones con ideas similares o consecuentes creamos párrafos, y cada párrafo se independiza con un punto aparte.

Gráficamente, los puntos seguidos van en el mismo renglón, mientras que los puntos aparte cortan el renglón y crean uno nuevo como haré ahora mismo.

Hay otros tipos de punto que expresan incertidumbre o abrevian textos tan largos porque hay cosas muy obvias. Son los puntos suspensivos (…). Yo también suelo emplearlos para incrementar la tensión en la persona que me lee, especialmente en momentos cruciales de mi texto, donde requiero que la atención se incremente.

Los dos puntos ( : ) advierten a la gente que viene una enumeración con varios elementos. Por ejemplo: “Los departamentos de la costa norte del Perú son: Tumbes, Piura, Lambayeque, La Libertad y Áncash.” También me son útiles cuando quiero señalar ideas centrales a manera de conclusiones previas. Por ejemplo: “Si bien es cierto muchos extranjeros trataron de ganar la cumbre del Huascarán, nunca pensaron que la hazaña les sería arrebatada: fue un peruano quien alcanzó el techo de su país.”. otro uso de los dos puntos es para mostrar algo en el texto como lo hago aquí cuando digo “por ejemplo”.

Finalmente, existe un híbrido entre el punto y la coma: el punto y coma ( ; ). Aparece mayormente cuando deseamos apuntar una contradicción de ideas dentro de una misma oración, cuando hay enumeraciones demasiado descriptivas al punto que tienen comas internas, cuando introducimos conjunciones dentro de la misma oración (pero, sin embargo, además, inclusive, luego, incluso, asimismo, etc.).

Aquí un primer vistazo a todos los tipos de punto. Como siempre, espero tus inquietudes en mis cuentas de Facebook y Twitter.

jueves, 17 de diciembre de 2015

¿Cuándo sí llevan tilde?

Nelson Peñaherrera Castillo

Sí, uno de los mayores errores y dudas que tenemos en el castellano es tildar o colocar gráficamente el acento de  una palabra (´). Digo el castellano porque otras lenguas contenidas en el español (el catalán, el gallego, el asturiano) tienen otros tipos de tildes y grafías inclusive.

Entonces, nos concentramos en nuestra rama idiomática.

La buena noticia es que solo utilizamos un tipo de tilde, la virgulilla que se coloca encima de cualquier vocal (a, e, i, o, u) y que tiene una forma de barrita inclinada a la izquierda (o sea, por donde empiezas a leer este texto, si es que sufres de problemas de lateralidad).

La mala es que hay muchas reglas para colocar tildes; pero como aquí nos hemos propuesto facilitarte la vida, vamos a revisar las básicas para tildar palabras según la sílaba que tenga la mayor fuerza de voz o sílaba tónica.

Por lo tanto, primera regla: solo llevan tilde las sílabas tónicas.

Pero esta regla tiene especificaciones según el tipo de palabra de acuerdo a su sílaba tónica. Si ésta resulta ser la última (como en acordeón) se llama aguda; si es la penúltima (como en árbol) se llama grave o llana; si es la antepenúltima (como en fábrica) se llama esdrújula.

Clave: debes silabear correctamente, y de eso podemos hablar en otro artículo, porque tiene reglas aparte. Regresemos a nuestras tildes.

De primera mano, las palabras agudas se tildan cuando terminan en vocal, N o s. ejemplo: acotó, comején, estrés.

De primera mano, las graves se tildan siempre que no acaben en vocal, N o S. ejemplo: estiércol, récord, Núñez.

Digo de primera mano porque hay algunas excepciones. Por ejemplo “Raúl” no acaba ni en vocal, ni N, ni S, pero se tilda debido a que al silabear tenemos una vocal abierta (a, e, o)haciendo un solo sonido con una cerrada  (i, u), lo que rompe la sílaba. “Saúl” sufre la misma regla. Eso en las agudas.

En las graves tenemos un caso parecido. Si una vocal cerrada se junta con una abierta en un solo sonido rompe la sílaba y se tilda, como en “río”.  

Pero no sucede si dos vocales abiertas se encuentran como en “aedo”, donde no hay tilde, o “barbacoa” que tampoco lleva.

Entonces, ojo al encuentro de dos vocales en un sonido.

Otras agudas que sí se tildan son palabras del latín que no se han castellanizado, que acaban en S, pero van precedidas de consonante, como en “bíceps”, “fórceps”.

Las palabras monosílabas (una sola sílaba) son siempre agudas pero no se tildan, salvo ciertas categorías gramaticales (sustantivo, verbo, adverbio,etc.) en las que sí se requiere usar virgulilla para diferenciarlas entre sí.

Todas las esdrújulas se tildan, y también sus parientes superiores las sobreesdrújulas. Ejemplo: brújula, camarógrafo, éxtasis”, “hipérbaton”.

 Esas son las únicas palabras que llevan virgulilla sí o sí; mas, como dije antes, primero tienes que aprender a silabear.

No te mareo más por ahora. Si tienes dudas, envíalas a mis cuentas de Facebook o Twitter.

 

viernes, 11 de diciembre de 2015

El amigo mataburros

Con toda la humildad del mundo

Está comprobado que si quieres aprender a escribir bien, tienes que aprender a leer bien. Esto quiere decir que comprendas lo más posible aquello que transmite quien escribe más allá de lo que enuncia.

Y es que siempre que comunicamos nos movemos a dos niveles: lo que decimos, que se conoce como el mensaje, y lo que en realidad queremos decir pero no es evidente al primer vistazo, que se conoce como metamensaje (meta es una palabra griega que significa ‘más allá’).

Entonces, cuando redactas una oración enuncias o manifiestas un mensaje, y transmites (también ‘trasciendes’) o cargas cada palabra con un significado especial que va directo a la mente de quien te lee.

Ahora bien, una cosa es enunciar y transmitir sin control alguno, y otra cosa es cuidar cada uno de esos dos planos. Y para ello, tienes que dominar la unidad básica de la comunicación, por lo menos en nuestro idioma: la palabra.

El dominio de las palabras implica conocerlas en su estructura formal (la ortografía y la gramática) y también en su estructura profunda (lo que significan y con qué otras palabras están emparentadas).

La fuente por excelencia para conocer y dominar las palabras en sus dos planos es (redoble… ratatatatatatattatatan) ¡el diccionario de significados! También conocido como diccionario a secas o amigo mataburros en círculos ‘más íntimos. Por cierto, ¿por qué se ensañan con el burro como un ser falto de inteligencia, cuando al menos los burros piuranos son lo máximo en memoria y resistencia? Bueno… sigamos.

Todas las palabras de nuestro idioma, y las que vamos adoptando de otros muy a nuestro pesar, están contenidas en el diccionario. Solo hay que saber buscar.

La técnica es simple: cuando leas, ten lápiz y papel a la mano, apunta esas palabras que te suenen raras o generen dudas, y ve al diccionario a buscarlas.

Si aún conservas los diccionarios en formato impreso, éstos se organizan alfabéticamente: A, B, C, D, E, F, G, H, I, J, K, L, M, N, Ñ, O, P, Q, R, S, T, U, V, W, X, Y y Z. según la Real Academia de la Lengua Española, el órgano supremo que cuida (¿?) y promueve nuestro idioma, esas son todas las letras de nuestro alfabeto.

Hay gente que sigue incluyendo a la CH y la LL como parte de él, pero la verdad es que la Academia las considera solo como sonidos combinados hace más de tres décadas. De hecho, si hubiera que incorporar letras combinadas, tendríamos que meter a la SH o la TS o la TL, ampliamente usadas en el quechua (como en “shingar”) o el inglés (como en “Wáshington”), el japonés (como en “tsunami”) o el náhuatl (como en “Popocatépetl”), cuyas voces hemos ido incorporando en nuestro idioma, e incluso en otros idiomas.

Entonces, los diccionarios se organizan en base a esas letras, y luego en base a combinaciones que siguen el mismo orden. Por ejemplo, para la A, tenemos AA, AB, AC, AD, AE, y así sucesivamente. Y ese es otro truco para buscar con rapidez en los diccionarios impresos.

Aquí va un ejercicio: el adjetivo”activo/activa”. Sé que la primera letra es A, y su combinación básica es AC; entonces, abro el diccionario, ubico la A, y de inmediato me fijo en la combinación AC, que va después de la Aa y la AB. Una vez que halle el paquete AC, busco AcT, y “activo” no tardará en aparecer.

Para quienes suelen leer, este método puede parecerles aburrido y anticuado; sin embargo, todavía hay muchas personas que ignoran esta lógica, y aquí estamos para intercambiar aprendizajes. En todo caso, si estás enseñando a leer a alguien, este método lógico puede salvar vidas. Tal como lo lees.

Pero, claro, ahora y gracias a la Internet, podemos ingresar a cualquier diccionario en línea, escribir (¡correctamente!) la palabra y listo. Pero, todavía no hemos completado nuestra tarea. A propósito, yo siempre recomiendo consultar el Diccionario de la Real Academia de la Lengua española, que constantemente está actualizándose,. Además la academia tiene una cuenta en Twitter donde mandas tus dudas y en término de 12 horas como máximo te responden. Por lo menos a mí sí me funcionó.

Entonces, sea en impreso o sea en línea, tenemos nuestra palabra o voz. Nota que primero aparece toda resaltada y tal como debe escribirse, lo que nos permite conocerla en su nivel formal. A continuación, aparece su significado o definición (lo que es), que nos permite conocer su nivel más profundo.

Al costado de la palabra se acostumbra poner indicaciones respecto a su categoría (sustantivo, pronombre, adjetivo, adverbio…), su género (masculino, femenino o neutro), y, en algunos casos, el vocablo del que procede (que en el español casi todo viene del latín). Toda esa información es útil, especialmente cuando nos lanzamos a la práctica de redactar oraciones. A veces, también figuran indicaciones sobre la versatilidad de cada palabra .

Ya en la definición o significado, puede suceder que encontremos una o varias acepciones. Una acepción es la forma exacta cómo se define una palabra; pero hay palabras que pueden tener diferentes significados o acepciones (ejemplo: letra), sobre las que la Academia se ha tomado el trabajo de jerarquizar en función del uso general y la precisión del significado, ya sea connotativo (es lo que es) o figurado.

Y este detalle ha de tomarse muy en cuenta porque cuando escribimos también transmitimos una intención abierta u oculta. Y ello influye en las palabras que seleccionamos: si nuestra intención es avierta, tendemos a usar las acepciones connotativas o exactas de las palabras; si nuestra intención es oculta, tendemos a usar las acepciones figuradas.

Ojo que tener una intención oculta no significa que persigamos un fin negativo. si te encanta la poesía, notarás que está repleta de acepciones figuradas, especialmente en las metáforas. Sí, hasta para entender literatura en verso necesitas un diccionario.

Entonces, si tienes mucho o poco dinero, y lo quieres invertir en alimentar tu biblioteca, mi consejo es que tu primer libro sea un diccionario de significados. Y si confías en la Internet, pon en tus Favoritos, el sitio web de un buen diccionario en línea.

Como siempre, podemos seguir intercambiando inquietudes en mis cuentas de Facebook o Twitter.

 

jueves, 3 de diciembre de 2015

Número coherente

Con toda la humildad del mundo

En la oración “Los carros del ferrocarril corre muy veloz” hay un error. ¿Lo notas? ¿No? OK. Tranquilidad. Si no te has dado cuenta, es probable que seas parte de otro problema muy común a la hora de redactar: la coherencia gramatical.

Se llama así a la propiedad que tiene un texto de ser único en tres niveles: el texto completo (también llamado discurso), el párrafo y la oración. En otros artículos puedo irte explicando sobre los dos primeros niveles; por ahora concentrémonos en la coherencia a nivel de oración.

Para decirlo en mis palabras, la oración gramatical es toda expresión que posee sentido en sí misma gracias a una acción explícita, sin importar cuántas palabras hemos utilizado. Por eso es tan oración decir: “¡Abrígate” que decir “La ciudad de Ayabaca espera mínimas de 3 grados Celsius esta noche”. En ambos casos, tenemos una acción explícita que identificamos en el verbo: “abrigar” y “esperar” para los dos ejemplos propuestos.

Y volviendo al primer párrafo, sí tenemos un error. Descompongamos la oración desde la sintaxis, o sea, la forma en que está construída o redactada.

Primero, separemos el sujeto, quien o que ejecuta la acción del verbo: “correr” en el caso del ejemplo. ¿Qué o quién corre? Respuesta: “Los carros del ferrocarril”. Por descarte, “corre muy veloz” es el predicado, que explica la acción que ejecuta el sujeto.

Ahora analicemos gramaticalmente cada palabra del sujeto. “Los” es un artículo en género masculino, número plural. “carros” es un sustantivo común, género masculino, número plural. “del” es un conector o conjunción contraída (de + el) en género masculino, número singular. “Ferrocarril” es un sustantivo común, género masculino y número singular.

¿Te aburriste? No tan pronto. La parte difícil recién comienza.

Todo sujeto tiene un núcleo, la palabra que influye todo el sentido de la oración, sin la cual el enunciado se nos queda en el aire. Y es que todo verbo tiene un sujeto que lo ejecuta, si no, dejó de ser oración… incluso cuando toda la oración es una sola palabra, como lo explicaré después.

Regresemos a “los carros del ferrocarril”. ¿Cuál es el núcleo? ¡Sí! Es “carros”. De ellos estamos hablando. A ver, regresemos la lectura: “carros” es un sustantivo común, masculino, plural. No olvides este dato.

La regla de la coherencia  gramatical a nivel de la oración dice que el verbo se conjuga con las características gramaticales (también llamados accidentes gramaticales) del núcleo del sujeto, esto es, en número, y género si es posible. Y a partir de allí, toda la oración se sujeta a esa conjugación.

Si “carros” es plural, el verbo debe conjugarse en plural. Pero tenemos algo más: “carros” es una palabra en tercera persona (puede reemplazarse por “ellos”). El verbo “correr”, al combinarse con un sustantivo en tercera persona plural se convierte en “corren”, “corrieron” o “correrán”, si hablamos del tiempo presente, pasado o futuro, respectivamente.

En la oración se usó el tiempo presente. Combinémoslo con el núcleo del sujeto. Nos debe resultar: “carros corren”. ¿Cómo se conjugó la oración de nuestro ejemplo? “Carros corre”. ¿Ya te das cuenta del error?

Para mantener la coherencia, el resto de la oración debe someterse a esta conjugación. Entonces nos debe quedar: “Los carros del ferrocarril corren muy veloces”. Como verás, el adjetivo “veloz” también tuvo que conjugarse en plural porque nuestro núcleo es plural.

No podemos conjugar el verbo a “del ferrocarril” porque es un modificador del núcleo del sujeto.

Ojo, no es el ferrocarril el que corre muy veloz, sino los carros. Si quieres cambiamos el modificador por otro. ¿Qué tal “de los ejércitos” o “de la Policía”? no importa el modificador, estamos hablando de los “carros” y toda la conjugación se somete a ellos. La historia cambia si nos quedamos con un solo carro, y todo se somete a la tercera persona singular, que no es nuestro caso.

¿Y qué pasa cuando toda la oración es una sola palabra? Regresemos al caso de “¡abrígate!”. Ya tenemos un verbo, “abrigar”; pero, ¿quién ejecuta la acción? Respuesta: la segunda persona singular (tú). Es como si dijéramos: “¡Tú abrígate!”. Estos son los llamados sujetos tácitos, implícitos o sobreentendidos. Podemos profundizar en estos sujetos en otro artículo.

¡y si tenemos dos o más núcleos del sujeto? Simple: forzosamente, la conjugación del verbo y la oración es plural.

Escribe las oraciones que puedas y practica esta regla. Si deseas, me las puedes compartir a mis cuentas de Facebook o Twitter para comentarte cuánto acertaste.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

¿Comes las comas?

Con toda la humildad del mundo

No tengo un estudio o un ranking a la mano, pero podría asegurar que este signo de puntuación es uno de los más populares de nuestro idioma junto al punto (.). estoy hablando de la tan querida coma (,).

Usamos la coma para casi todo, pero no aplica a casi todo.

Comencemos diciendo que usamos signos de puntuación para dar sentido a nuestros textos, ya sean orales o escritos. De ese modo evitamos interpretaciones incorrectas o tediosas lecturas que parecen no tener cuándo acabar.

La coma nos sirve para varias cosas, pero la más usual es la enumeración. Ejemplo: “Salí tarde, no alcancé el colectivo, encontré la puerta casi vacía, todo el mundo estaba en clase y me pusieron tardanza”.

Nota que en el ejemplo estoy siguiendo una sucesión cronológica o diacrónica, y esa es otra función de la coma: mantener la secuencia cuando narro brevemente una relación de hechos que pasan uno tras otro.

Aunque, antes de que me lo pidan, aquí va un clásico ejemplo de la coma enumerativa: “No te olvides que para esa receta debes comprar huevos, harina, unas naranjas, vainilla, y, si quieres, leche”.

Fíjate que en la última oración he utilizado la coma vocativa, es decir, la que me permite insertar una porción de texto que, si la elimino, no le hace perder sentido al enunciado central. ¿Identificas cuál es la expresión vocativa que usé en la oración anterior? Tic, tac, tic, tac, tic, tac… si tu respuesta es “si quieres”, estás en lo correcto.

Otra forma de emplear la coma vocativa es cuando introducimos apelativos a los sustantivos comunes o propios, siempre que no deseemos que los califiquen directamente (porque nos parece una característica de la que podemos prescindir).

Ejemplo: “Si comemos continuamente quinua, el cereal bandera del Perú, podremos mejorar nuestra nutrición y hasta recomendarla como Julián Gil, actor venezolano, quien se ha convertido en uno de sus más devotos promotores”.

¿Puedes identificar las expresiones vocativas que inserté en la última oración (que más parece párrafo)?

¡Sí! Son “”el cereal bandera del Perú” y “actor venezolano”. ¿Comprobamos que podemos prescindir de esas expresiones y el texto no pierde sentido?

Aquí vamos de nuevo: “Si comemos continuamente quinua,, podremos mejorar nuestra nutrición y hasta recomendarla como Julián Gil, quien se ha convertido en uno de sus más devotos promotores”.

Ahora, si quieres (otra vez), quita las comas a la oración que nos ha quedado, pero toma mucho aire para llegar a la última palabra o para conservar la atención.

Finalmente, quiero dedicarle unos párrafos a una confusión generalizada en el lenguaje escrito. Si bien la coma nos marca una pausa para tomar un respiro y continuar (curva tonal ascendente), debe obviarse su uso cuando redactamos para que nos lean en silencio.

Así, es correcto escribir “El Ayuntamiento de Barcelona decidió festejar el equinoccio de invierno en lugar de la Navidad”. Lo incorrecto es escribir “El Ayuntamiento de Barcelona, decidió festejar el equinoccio de invierno en lugar de la Navidad”.

Aunque ambas suenan igual, en el lenguaje escrito es un error (frecuente) separar con una coma el sujeto del prediccado. Claro que cuando hablas, tú le insertas la pausa, pero tienes que diferenciar si redactas para que te lean en silencio o si redactas para que te lean en voz alta.

En todo caso, la separación de sujeto y predicado con una coma es una licencia que solo se admite en los guiones de radio, cine o televisión, siempre y cuando me interese informar a quien habla que allí es necesaria una inflexión especial de la voz.

Como siempre, espero tus inquietudes en mis cuentas de Facebook o Twitter.

martes, 1 de diciembre de 2015

Cuando no le atinas al público

Con toda la humildad del mundo

Mi primera publicación en este blog tuvo una crítica puntual: no haber cumplido con el objetivo de ayudar a escribir mejor, además de sonar arrogante.

Lo segundo siempre estará en el terreno de la opinión, es decir, la posición que cada quien tenga sobre algo o alguien; pero lo primero sí merece que lo revisemos con cuidado.

Cuando alguien te dice que no has cumplido con el objetivo de tu texto, y la observación viene de alguien que acostumbra a leer inteligentemente, lo que quiere decir es que no has cubierto sus expectativas. Posiblemente sus necesidades de conocimiento eran unas y tú enviaste otras, no atinándole donde realmente era útil.

esto no quiere decir que escribas deficientemente, sino que no te habías sintonizado con el público. Y cuando escribes para que te lean, este aspecto es importante.

Cuando hablamos de sintonizar con el público no estamos diciendo que escribas lo que la gente quiere leer, o que te adecúes a la línea de pensamiento de todo el mundo (imposible porque existen corrientes de opinión, de las que hablaremos después si lo deseas), sino que sepas detectar cuáles son los temas que le preocupan a tu público y que expongas lo que sabes o piensas al respecto aunque sea divergente a lo que la mayoría opina.

Y los temas que le preocupan a tu público no se intuyen, se investigan. Cuando hablas con la gente cara a cara, cuando lees sus opiniones en las redes sociales, cuando detectas los gestos de cualquier persona al enfrentarse a un hecho de la realidad, es la oportunidad que tienes para irle tomando la temperatura a la opinión pública (lo que piensan determinados grupos humanos sobre un tema o varios temas en particular).

Ese es el primer nivel. El siguiente consiste en investigar sobre lo que motiva la opinión de la gente. de ese modo, tú podrás sentar también tu posición pero basándote en información; o a lo mejor solo quieres explicar el hecho sin expresar opinión, pero también vale que profundices antes de decir o escribir la primera oración.

Nancy salas, mi profesora de Redacción en la Universidad de Piura, solía repetirnos que escribes mejor cuando ganas competencia en un asunto, esto es, cuando lo dominas a fondo.

Si no sientes seguridad sobre aquello que puede ser un tema para escribir, lo mejor es que esperes hasta que adquieras confianza en ti. Esto quiere decir que tendemos a escribir mejor cuando conocemos mejor (no más); o sea, el consejo de la doctora salas es más que válido.

Eso me recuerda a Cristian Manuel, un contacto de mi cuenta de Facebook, cuya biografía está llena de comentarios sobre fútbol, deporte que, obviamente, le apasiona.

Cristian no es periodista o maestro de Lengua, sino ingeniero de sistemas; mas, si llegas a leerlo, notarás que en pocas palabras se expresa con tanta claridad, síntesis y propiedad que, en lo personal, lo tomo como una referencia cuando quiero saber algo del deporte más popular en Latinoamérica.

Aquí uno de sus estados que me gustó: “El tridente del Barcelona (Messi, Neymar y Suarez) me hace acordar cuando filtraba pase a gol a Jaime Cornejo Herrera Emerson Vásquez Infante Gian Pier Barreto y al final no anotaban, se perdían goles increíbles y al final perdíamos.... Fue un gran tridente... Emoticón smile ”.

Aclaro que solo copié y pegué el texto.

Al margen de la nota personal, la sintaxis está bien trabajada, sin contar el símil, bueno desde mi punto de vista.

Claro que para llegar a ser una referencia de opinión (ser un líder o una lideresa de opinión) tiene que pasar mucho tiempo, y que sea la misma gente quien te otorgue autoridad al punto que dejarás de seguir corrientes de opinión y tú vas a generarlas propias.

Entonces, la moraleja de este artículo es conocer y meditar sobre el significado del verbo ‘investigar’ y ponerlo en práctica para saber qué dice la gente, y cómo te insertas en ese flujo de información para explicar, aclarar o expresar tu punto de vista. Como siempre, intercambiamos impresiones en mis cuentas de Facebook o Twitter.

 

lunes, 30 de noviembre de 2015

¿Puedo ayudarte a escribir mejor?

Con toda la humildad del mundo

Con toda la humildad del mundo, agradezco a todas las personas que me felicitan por la manera como escribo.

Es un ejercicio divertido, retador y extenuante en algunos casos.

Para quienes aman el deporte con fines formativos, escribir es lo mismo que entrenar en serio: comienzas con un nivel sencillo, y  lo vas complicando conforme avanzas hasta ser capaz de dominar técnicas y destrezas por encima del promedio o más allá.

Personalmente creo –otra vez, con mucha humildad- que estoy encima del promedio, es decir, mis sintaxis procuran ser coherentes, despliego un considerable vocabulario, y mantengo la agilidad incluso en textos superiores al par de carillas.

El secreto para escribir bien es saber leer, que no solo consiste en repasar la vista o el oído por las líneas de un texto, o identificar las grafías, sino se trata de comprender lo que ese conjunto de palabras y oraciones nos quiere decir (incluso cuando no quiere decirnos nada).

Sobre lo que debes leer, repito lo que me aconsejaron cuando se dedicaron a pulirme como redactor: lee de todo. Yo agregaría: lee de todo, y especialmente lo que te fascina. ¡ojo! “lo que te fascina”, no solo lo que te gusta. De esa forma, le comenzarás a hallar el gusto, y luego querrás lidiar con textos más complejos o donde vayas con intención de aprender antes que de criticar.

Cuando termines de leer, trata de elaborar tus resúmenes. Di con tus palabras y en forma breve lo que entendiste de ese texto.

Si puedes, comparte tus puntos de vista con otras personas, y así enriquecerás tu comprensión de lectura.

Bueno, esto para comenzar. Me gustaría que este espacio te permita ir aprendiendo esas pequeñas técnicas para que desarrolles la destreza de escribir.

Entonces, espero tus preguntas, dudas o comentarios por aquí o en mis cuentas de Facebook o Twitter.