lunes, 5 de agosto de 2019

La migración como un tema de cobertura periodística

Aunque ha impactado en todo el continente americano, la migración venezolana debido a la crisis política y económica ha impactado mayormente en Sudamérica. Al cierre de esta entrada, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados estima que casi cinco millones han dejado su país, y de ellos más de 800 mil se están quedando en Perú de forma permanente o temporal, entendiéndose como permanente a hacerse residentes mientras la situación cambie en Venezuela, posibilidad aún remota a la luz de las últimas noticias. Por ahora, Perú es el país con la segunda población más grande de migrantes venezolanos detrás de Colombia.

La migración ha supuesto un gran problema logístico debido a que Perú no tiene infraestructura ni recursos suficientes para manejar tal cantidad de personas, lo que está siendo resuelto por la buena voluntad de diversas organizaciones sin fines de lucro y personas en general que se han solidarizado con el problema; pero también ha generado un conflicto social debido a la aparente competencia desleal existente en el mercado laboral (que el gobierno peruano ha intentado frenar mediante la expedición de documentos que regularicen el estado migratorio) y la delincuencia en la que algunos migrantes han decidido incursionar. Éso, sazonado con un mal entendido sentido nacionalista, que se manifiesta especialmente en las redes sociales, ha creado ciertos entornos hostiles para muchos venezolanos y muchas venezolanas no solo en Perú sino en los países a los que han llegado.

Sin embargo, también hay otras historias que vienen con la migración, como aquéllas en las que la persona llega a un nuevo país y comienza desde cero. Personalmente me he dedicado a buscar este tipo de historias no con el afán de idealizar al migrante sino para mostrarle como una persona común y corriente fuera de su país que hace lo mismo que hacemos todos y todas: ganarnos la vida con creatividad. No ha sido una búsqueda fácil, pero sí ha sido fructífera, basada en confiar en el instinto para oler una buena historia y construir una relación de confianza con cada una de las fuentes.

En ese sentido, uno de mis mayores socios en esta cobertura ha sido el abogado laboralista Manuel Leonardo Martínez Marcano , natural de Maracay, Aragua, pero ahora residente en Chorrillos, Lima. Hace poco, Manuel no solo convalidó su título profesional en Perú, sino que ya está habilitado para ejercer su profesión acá, y no es el único referente; en todo caso, es con quien tengo una relación cercana, al menos de carácter virtual. Gracias a él, he podido conocer historias excelentes para contar como las de Jorge Pignoloni, quien se estableció en Arequipa, o Andrés Citerio, que ha comenzado a organizar grupos de atletismo, o Magno Concepción, quien descubrió que la hostilidad es relativa luego que una mujer y un fisicoculturista peruanos lo defendieran de un agresor en un ómnibus de transporte público, o recientemente a Luis Rodríguez, quien escribió un hermoso artículo motivador sobre la cultura física. Por mi cuenta también he hallado a Moisés Vívenes, quien empezó de cero vendiendo tizana en Piura luego que administrara un equipo de fútbol en Puerto Cabello, Carabobo, y mantengo el contacto con varios migrantes, quienes me sirven como fuentes anónimas o han aparecido en materiales que he co-producido, como el caso en Tambogrande, donde trabaja el ingeniero Gerardo Arellano.

Y quizás, una de las historias más entrañables que quise producir fue la del cantautor Fernando Fajardo, Feyco, con quien grabamos una #NelsonEntrevista en San Lucas de Colán, un balneario de Piura, teniendo como fondo el primer templo católico construído por los españoles en América del Sur (1540), lugar donde él estaba produciendo un videocclip.


El aprendizaje frecuente en estas historias es que el periodismo puede ser una herramienta muy noble cuando se trata de educar a las personas acerca de polémicas sociales, mostrando a sus protagonistas como seres humanos. Así de simple. Quizás se usen ciertas notas al pie o acotaciones para que el gran público entienda los patrones culturales para quienes suelen no entender, pero de éso se trata mi trabajo.

Y lo mismo pasa con otros colectivos a quienes solemos hacer de lado por características salvables: el color de la piel, la orientación sexual, la lengua materna, la condición física, la creencia o cualquier diferencia de ese estilo. Partiendo de la premisa en que la neutralidad puede romperse ante lo que es objetivamente bueno o malo -la discriminación no solo es mala sino que es un delito penal en Perú-, lo que tienes que preguntarte como comunicador o comunicadora es hasta qué punto tus miedos y prejuicios se proyectan en los materiales que produces, y de qué manera éstos ayudan a cohesionar o disgregar a tu comunidad. Si no eres capaz de tener una respuesta, es necesario que recibas ayuda, puesto que esas construcciones mentales tarde o temprano afloran en en lo que digas, muestres, o no digas u ocultes.

Respecto a la migración no hemos comenzado nada ni hemos terminado nada. Es otro capítulo de una conducta humana tan antigua como la historia del homo sapiens. Mientras no lo entendamos así, llegará el día en que la noticia seamos tú o yo. Las cosas pasan para extraer las lecciones que traen consigo y compartirlas con la audiencia. Dicho ésto, sigo atento a la próxima gran historia para contar.

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