domingo, 1 de marzo de 2020

Antes de afirmar, verifica si tienes la razón




Hay historias que son realmente buenas para contar, pero que al disponerse para su cobertura encuentran una seria dolencia: el manejo de los datos. Un caso típico ocurrió hacia 2010 en Sullana, la ciudad donde vivo cuando una serie de hedores comenzaron a atormentarnos todas las tardes. Imagina a una ciudad de casi 200 mil personas aguantando oler algo parecido al excremento de cerdo, y nadie parecía tener una respuesta.


Y en principio ésa fue la hipótesis general, así que todo el mundo, incluyendo las autoridades, se puso a buscar si acaso las granjas de cerdo estaban haciendo algún tipo de manejo que generara ese hedor molesto. Cuando la búsqueda terminó, no se halló nada de eso. Entonces alguien culpó a las procesadoras de aceite esencial de limón, el que, cuando se fermenta, apesta de una forma que no tienes idea. Pero se necesitaba un océano de aceite para generar ese problema.


Fue cuando alguien descubrió que no eran ni los cerdos ni el limón. Rastreando la fuente del hedor, todos los caminos conducían a las plantas de etanol ubicadas al oeste del área metropolitana de Sullana, donde se procesaba la caña de azúcar, que dejaba como residuo la vinaza. ¡Ésa era la fuente del hedor!


Aunque su cantidad no era masiva, sí tenía el poder suficiente para generar esas olas que atormentaban (y que aún atormentan de vez en cuando) a la población todas las tardes. Incluso hubo una verificación oficiosa que comprobó el dato. Fue cuando alguien de nuestra comunidad saltó hasta el techo y acusó directamente a una de las empresas procesadoras de etanol por contaminar el aire. Como respuesta, la empresa amenazó a esa persona con una querella por delitos contra el honor y la buena reputación. ¿Actuó bien la empresa? Pues… sí y no.


Sí actuó bien desde el punto de vista estrictamente legal. Una investigación de FACTORTIERRA.NET basada en el Código Penal peruano, donde se compendian todos los delitos y sus posibles penas, encontró que existe un vacío legal en la forma cómo se denomina a la contaminación: los supuestos eran amplios, pero obviaban el asunto del mal olor por una razón puramente técnica, ¿cómo podrías ccuantificarlo? [Lee la historia completa]


Si tú acusas a alguien de algo, y mas aún si haces una acusación pública, necesitas una base que lo sustente todo. Si la empresa contaminaba el aire con hedor, ¿en qué cantidad lo hacía? La respuesta de la gente solía ser mucho, poco o nada. Pero, si todo termina en una acción legal, ¿cuánto es mucho, cuánto es poco, y hasta cuánto es nada? Peor aún, si no existe delito bajo el que puedas acusar a alguien, no hay caso, se derrumba, se archiva y ahí quedó todo. Empresa, 1; población, 0.


Ya en términos de imagen, de responsabilidad social si quieres, es obvio que la empresa pudiera haber actuado mal porque su actividad, si bien da empleo y todas esas cosas, debería considerar como un factor clave la satisfacción de la comunidad, la buena imagen de ella, el hecho de que generas ganancias sin afectar a terceros. En mi opinión, creo que una salida digna para la empresa debió ser una petición de disculpas y la promesa de que están trabajando para corregir o mejorar el problema que causa la molestia. Eventualmente, se requirió la presión de las autoridades para hacerlo, lo que resquebraja más la relación entre empresa y comunidad.


Al margen de ese caso en especial, la lección detrás es que si bien es cierto puedes tener tu problema a comunicar perfectamente identificado, el otro aspecto que debes cuidar es que esté debidamente ssustentado, y sustentado sobre una base oficial. Pensemos en el sujeto que acusó a la empresa por contaminación. Quiero creer que en su pensamiento, causa-efecto, el delito era evidente. Yo pensaría lo mismo, déjenme confesarles. ¿Dónde falló esta persona? Debió verificar si tal delito existe, y aquí el razonamiento es interesante: si el delito existe, claro que podía denunciar y eventualmente eso iba a proceder; pero si no existe, hay dos opciones, o frenar en seco o darle la vuelta a la tortilla.


Sobre darle la vuelta a la tortilla, podemos dedicarle otro artículo si lo deseas; pero yo quiero mas bien concentrarme en la moraleja que nos deja esta historia: antes que nada, verifica en la fuente oficial si aquello que vas a decir en público puede ser probado. Si existe, úsalo como tu referencia básica; si no existe, tendrás que generar el dato usando el método científico, y siendo muy inteligente en el manejo de las conclusiones de tal modo que si alguien quiere rebatirte, le sea altamente complicado lograrlo, o simplemente le dejes sin palabras.


Como alguien me lo reflexionó en redes sociales, el asunto aquí no es si el público piensa que eres acertado o no; tienes que ser forzosamente acertado muy a pesar de lo que el público piense de ti. Si consideras que no eres capaz de ganar el grado de certeza, lo mejor es esperar hasta lograrlo, o desistir si no hay manera de probarlo… o voltear la tortilla de manera inteligente, como lo sugerí hace poco.


En nuestro caso, no insistimos en si el mal olor configura delito de contaminación porque la respuesta era obvia: según la ley peruana, no. Mas bien decidimos no atacar a la empresa sino llamar la atención de los legisladores peruanos: hay un vacío legal sobre el mal olor, y al existir un problema social en progreso, el legislador debería buscar las herramientas técnico-legales para regular. ¿Lo hizo? Hasta ahora no, pero fíjate cómo de pronto la fuente oficial nos permitió mover la historia hacia un arista que nadie había explorado. Habrá que seguir insistiendo.


Recuerda que me encantará mejorar tus técnicas y estrategias de cómo te relacionas con los medios de comunicación. Contáctame a mi cuenta de Facebook, Twitter, mi canal de YouTube, LinkedIn o aquí abajo en los comentarios.


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