El Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis) viene promoviendo en Piura un nuevo modelo de alimentación escolar que, según sus voceros, ya estaría arrojando “resultados favorables”. Sin embargo, no hay aún evidencia técnica publicada que permita verificar tales afirmaciones.
Y detrás del
optimismo institucional, hay una historia más compleja: una cadena de denuncias
por alimentos en mal estado, una intoxicación masiva y un piloto que, aunque ya
existía, solo se volvió visible cuando estalló la crisis.
📌 Una crisis que marcó el giro
En abril de 2025,
80 escolares de la I.E. Elvira Castro de Quiroz, en Los Ejidos de Huan
(distrito de Piura), fueron intoxicados tras consumir alimentos en mal estado.
La noticia alcanzó repercusión nacional. Fue la expresión más grave —pero no la
única— de una larga serie de denuncias sobre la calidad de los alimentos
escolares.
También se
reportaron casos similares en colegios de Huarmaca (Huancabamba), así como en
zonas rurales de Chulucanas y La Matanza (Morropón), donde durante los últimos
años se ha denunciado la entrega de productos vencidos, enlatados en mal estado
o con mal olor.
📅
Cronología crítica: del piloto oculto al “modelo oficial”
Lo que pocos sabían
entonces es que el Midis ya venía probando, desde antes de esta crisis, un plan
piloto con participación de padres y alimentos frescos en 35 escuelas de Piura,
Cusco y Ayacucho. Era una experiencia acotada, de bajo perfil. Pero luego del
escándalo en Los Ejidos, el discurso cambió: el piloto pasó a ser presentado
como la gran solución institucional.
- Antes de abril 2025: piloto en curso con bajo
perfil.
- Abril 2025: intoxicación de 80 escolares en Los
Ejidos de Huan.
- Mayo–junio 2025: el Midis empieza a visibilizar el
piloto como modelo “exitoso”.
- Julio 2025: ministra Leslie Urteaga anuncia
ampliación del modelo, afirmando que mejora el aprendizaje, la nutrición y
dinamiza la economía local.
❓¿Éxito sin estudios disponibles?
Tras esas
declaraciones, consulté a una fuente técnica del propio Midis sobre el estudio
que sustentaría los “resultados favorables”. Me confirmó que el estudio existe,
pero aclaró que solo está disponible para funcionarios en Lima. Hasta hoy, no
ha sido compartido públicamente.
Desde este espacio,
reitero mi disposición a revisar técnicamente el informe, si es que el Midis
decide hacerlo público. Preguntar por la evidencia no es desconfianza gratuita:
es exigir que las políticas públicas se evalúen con datos, no con
slogans.
🍽¿Y la sangrecita? El hierro que no siempre alcanza
Parte del argumento
oficial se basa en el uso de productos ricos en hierro —como la
sangrecita— para reducir la anemia. Pero esa relación no es automática.
Un niño de entre 4
y 8 años necesita 10 mg de hierro diario, y aunque 50 g de sangrecita contienen
unos 10 mg, solo se absorbe entre el 15 % y el 35 %. Es decir: 1.5 a 3.5 mg.
🔎 Fuente
técnica: Tabla de Composición de Alimentos Peruanos, Instituto Nacional de
Salud (INS), 2020.
Disponible
aquí
Sin frecuencia
sostenida, combinación con vitamina C u otras mejoras dietéticas, la inclusión
ocasional de sangrecita no puede considerarse una política efectiva contra la
anemia, ni basta como evidencia de impacto nutricional.
🧭 No olvidar cómo empezó todo
No se trata de
negar que hoy haya niños recibiendo alimentos en las escuelas. Tampoco de
restar valor al trabajo de las madres organizadas o a la articulación con
gobiernos locales. Pero una experiencia local positiva no equivale
automáticamente a una política pública exitosa.
Las reformas
vinieron después de la intoxicación en Los Ejidos, no antes.
Y si bien el piloto
ya existía, solo fue visibilizado cuando la presión social exigió respuestas.
Esa historia importa. Porque lo que comenzó con indignación ciudadana no debe
terminar en propaganda sin sustento.
💬 ¿Tienes
información, cifras o experiencias sobre este modelo en tu colegio o comunidad?
Te invito a
compartirlas conmigo o dejar tu opinión en los comentarios.
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