Este lunes
11 reporté sobre 500 colegios públicos en todo el departamento de Piura que se
han quedado sin luz, sin agua, o sin ambos servicios. Según la Dirección
regional de Educación, la causa es una deuda de 13 millones de soles o casi
tres millones y medio de dólares.
Uno de
los entretelones de la investigación fue el acceso a datos. A pesar de mi
insistencia con las autoridades oficiales, casi no he recibido respuestas, o por
último ni siquiera me respondieron.
Como
dijo al aire mi compañera Anuska Buenaluque, no hay peor poco aprecio que el
desprecio. El problema es que no es un desprecio hacia mí: parte de nuestro
entrenamiento como periodistas consiste en no tomarnos como personal cuando una
fuente suele decir que no; el desprecio es con el público, y vamos a insistir
en la razón nuevamente.
Un
funcionario público, si bien recibe la confianza de un superior, y recibe un
sueldo autorizado por este superior, nunca debe olvidar que ese sueldo no sale
de una fuente privada. Su sueldo sale del tesoro público, que se alimenta por
las contribuciones mayormente involountarias que hacemos todos y todas quienes
vivimos en territorio peruano.
En consecuencia,
por esta razón básica, todo funcionario público debe rendir cuentas a quienes
realmente pagan su sueldo. O sea, la ciudadanía.
Aunque
puede hacerlo directamente mediante las redes sociales, debe entender que
siempre habrá puntos poco claros, o puntos que necesitan mayor explicación. Por
lo mismo, cuando los periodistas nos acercamos a indagar en esos aspectos, no
necesariamente lo hacemos por molestar; lo hacemos porque queremos darle la oportunidad
a ese funcionario público a que aclare cualquier duda, a que se asegure que no habrá
malentendidos.
Pero, si
un funcionario no responde o se niega a responder, o peor aún, responde de mala
manera, se hace responsable de su propia tormenta.
Y esto
nos lleva al caso de nuestro colega Rodrigo Vargas, quien está pidiendo
garantías para su vida, precisamente porque un funcionario público no solo
respondió mal. Según los audios que tenemos en archivo, lo amenazó con una
agresión. Escucha
aquí.
En este
punto, podríamos estar o no estar de acuerdo con lo que digamos al aire o en nuestras
redes sociales: la opinión es muy personal, a diferencia del hecho que siempre
será el hecho.
Pero, si
siente que le estamos vulnerando con nuestros comentarios, usted tiene
herramientas legales mediante las que nos puede reclamar. En este punto
conviene que nos eduquemos sobre lo que son calumnia, injuria o difamación.
Pero,
tomarse la justicia por sus manos no es la mejor opción, porque usted creerá
que ha establecido posición; sin embargo,legalmente ha victimizado a un
periodista, no por el hecho de que sea periodista, sino porque ante todo es un
ciudadano con los mismos derechos y deberes que usted.
Por supuesto,
esto no nos coloca a los y las periodistas en un pedestal inalcanzable. Al
contrario. Nos pone sobre nuestros hombros una mayor responsabilidad, porque de
nuestro trabajo va a depender el bienestar de miles, o tal vez millones de
vidas. O quizás todo un planeta.
el periodismo,
entonces, termina siendo un deber antes que un derecho; pero, al menos en mi
caso, es un hermoso deber del que me siento orgulloso cada día y cada vez que puedo
informar.
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