miércoles, 13 de diciembre de 2023

No es desprecio hacia mí, sino hacia el público

 

Este lunes 11 reporté sobre 500 colegios públicos en todo el departamento de Piura que se han quedado sin luz, sin agua, o sin ambos servicios. Según la Dirección regional de Educación, la causa es una deuda de 13 millones de soles o casi tres millones y medio de dólares.



Uno de los entretelones de la investigación fue el acceso a datos. A pesar de mi insistencia con las autoridades oficiales, casi no he recibido respuestas, o por último ni siquiera me respondieron.

Como dijo al aire mi compañera Anuska Buenaluque, no hay peor poco aprecio que el desprecio. El problema es que no es un desprecio hacia mí: parte de nuestro entrenamiento como periodistas consiste en no tomarnos como personal cuando una fuente suele decir que no; el desprecio es con el público, y vamos a insistir en la razón nuevamente.

Un funcionario público, si bien recibe la confianza de un superior, y recibe un sueldo autorizado por este superior, nunca debe olvidar que ese sueldo no sale de una fuente privada. Su sueldo sale del tesoro público, que se alimenta por las contribuciones mayormente involountarias que hacemos todos y todas quienes vivimos en territorio peruano.

En consecuencia, por esta razón básica, todo funcionario público debe rendir cuentas a quienes realmente pagan su sueldo. O sea, la ciudadanía.

Aunque puede hacerlo directamente mediante las redes sociales, debe entender que siempre habrá puntos poco claros, o puntos que necesitan mayor explicación. Por lo mismo, cuando los periodistas nos acercamos a indagar en esos aspectos, no necesariamente lo hacemos por molestar; lo hacemos porque queremos darle la oportunidad a ese funcionario público a que aclare cualquier duda, a que se asegure que no habrá malentendidos.

Pero, si un funcionario no responde o se niega a responder, o peor aún, responde de mala manera, se hace responsable de su propia tormenta.

Y esto nos lleva al caso de nuestro colega Rodrigo Vargas, quien está pidiendo garantías para su vida, precisamente porque un funcionario público no solo respondió mal. Según los audios que tenemos en archivo, lo amenazó con una agresión. Escucha aquí.

En este punto, podríamos estar o no estar de acuerdo con lo que digamos al aire o en nuestras redes sociales: la opinión es muy personal, a diferencia del hecho que siempre será el hecho.

Pero, si siente que le estamos vulnerando con nuestros comentarios, usted tiene herramientas legales mediante las que nos puede reclamar. En este punto conviene que nos eduquemos sobre lo que son calumnia, injuria o difamación.

Pero, tomarse la justicia por sus manos no es la mejor opción, porque usted creerá que ha establecido posición; sin embargo,legalmente ha victimizado a un periodista, no por el hecho de que sea periodista, sino porque ante todo es un ciudadano con los mismos derechos y deberes que usted.

Por supuesto, esto no nos coloca a los y las periodistas en un pedestal inalcanzable. Al contrario. Nos pone sobre nuestros hombros una mayor responsabilidad, porque de nuestro trabajo va a depender el bienestar de miles, o tal vez millones de vidas. O quizás todo un planeta.

el periodismo, entonces, termina siendo un deber antes que un derecho; pero, al menos en mi caso, es un hermoso deber del que me siento orgulloso cada día y cada vez que puedo informar.