jueves, 9 de septiembre de 2021

El terrorismo es terrorismo siempre, no importa cuándo y dónde

Lo que el 11S enseñó de mala manera a todo el mundo es que el terrorismo es terrorismo en todas partes, no importa qué motivo lo encienda. Por definición, es capturar el poder buscando que la gente tema vivir en libertad y conservarla como un camino al progreso, la tranquilidad y la paz.

De la misma forma, para muchos países alrededor del mundo donde este problema no ha sido usual, el evento les hizo llamar terrorista a quien es terrorista, aunque como el periodista mexicano (pero radicado en Miami) Jorge Ramos, de la cadena Univisión, anota, también nos hizo llamar terrorista a quien piensa diferente que nosotros.

Mis recuerdos de esa mañana de martes son actualmente algo difusos, pero recuerdo que estaba comenzando el día de trabajo en Malingas, un caserío en el departamento de Piura, Perú, donde yo trabajaba produciendo un programa de radio educativa. Recibí el titular en mi celular como muchos otros en todo mi país.

Para quienes tuvieron el alerta por mensaje de texto y corrieron a la pantalla del televisor, y vieron en la transmisión en vivo cómo las grandes flamas salían de los hoyos que causaron los aviones en las Torres Gemelas del Centro Mundial de Comercio en la ciudad de Nueva York nos generaron dos sensaciones: consternación y ansiedad.



¿Por qué esta noticia conectó cercanamente a la mayoría de la audiencia peruana? La respuesta simple es porque ya nos pasó. Entre 1980 y 1997, grupos terroristas como Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru secuestraron, asesinaron, instalaron bombas, destruyeron propiedad pública y privada.

Ellos dijeron que luchaban por nuestra libertad, por liberarnos de lo que llamaban imperialismo (de hecho, la influencia estadounidense), pero siempre usando la violencia, siempre atosigando a quien piensa diferente, siempre amenazando a quien les deja en entredicho. La agenda fue claramente tomar el poder a como dé lugar.

Y, en este punto, es necesario remarcar que un terrorista no es necesariamente el hombre o la mujer que viste un uniforme militar. Él o ella pueden vestir tranquilamente como cualquiera de nosotros o incluso vestir un traje de un gran diseñador. Él o ella pueden venir de la izquierda, el centro o la derecha: el terrorismo no sabe de ideologías. Él o ella quiere controlarnos en la forma más enfermiza que puedas imaginar.

Es relativamente fácil forjar lealtades cuando obligas violentamente a alguien a hacer lo que dices. Actuar por miedo no es actuar en Libertad, en efecto. Así, si las simples imposiciones no son suficientes, las agresiones van a escalar. Y si nada funciona, lo mejor para ellos será desaparecerte.

Tras el 11S, algo raro pasó al mundo. En lugar de usar el hito como un parteaguas para construir un mundo más justo en libertad y respeto, nos estamos confrontando más de lo que podamos imaginar. La polarización en todos los sentidos es la medida de nuestros días, y esa es una ganancia para los verdaderos terroristas.

Ellos tratan de destacar los sentimientos de una de las partes vendiéndoles la idea de que están disminuidas y carentes de poder, entonces se crea el resentimiento, y un tren de acciones encendido por el odio y la necesidad manipulada de reivindicación es lo siguiente. Y si eso permite tomar el poder, mejor. Pero, ¿para vivir en justicia? ¡No! Las experiencias alrededor del planeta no lo comprueban.

Todos los regímenes que se pudieron emprender siguiendo ese método en última instancia hizo a los líderes una especie de pequeña cúpula con demasiados privilegios, los mismos que ellos criticaron a las administraciones anteriores, mientras el resto de la gente vive sometida, pobre, sin opciones para ser quienes quieren ser.




De otro modo, si algo ha llegado a ser claro tras el 11S es que el terrorismo es un problema global, no el focalizado en países pobres o en vías de desarrollo –incluso los EEUU tienen un problema de terrorismo local desde los 90s hasta la reciente campaña presidencial—entonces el combate en contra exige unidad. Hay algunos intentos y redes colaborativas para la inteligencia y la intervención pero no todos los puntos de vista están alineados porque el origen de cada cruzada terrorista tiene sus propias particularidades locales. Entonces, una receta mundial funcionando como una fórmula no siempre es la mejor manera de resolverlo.

Es posible que todavía no veamos las lecciones de la experiencia del  11S con claridad. Pero hoy que estamos recordando 20 años de otro evento en la historia reciente que remeció al mundo, es un buen momento para pensar al respecto. ¿Hasta qué punto nuestra zona cómoda política, social, económica llega a ser demasiado importante que podamos ver alrededor y entender que podemos vivir como deseamos vivir considerando que el resto tiene el mismo derecho, de que podemos ayudar y aprender uno del otro. Nosotros Podemos ser comunidad sin renunciar a nuestra individualidad: son dimensiones complementarias. Aún estamos a tiempo para dar el paso y ser un mundo mejor sin violencia. Podemos. Hagámoslo.


Como siempre, espero seguir conversando contigo en mis cuentas de Twitter, Facebook e Instagram. 

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